Ventanas
Número 1 - 2026
Número 1 - 2026
Samantha Murphy
Hoy es sábado. Para muchas personas, eso significa algo diferente. Para los niños, es un día de libertad, cuando pueden montar bicicleta con sus amigos en vez de ir a la escuela. Para los adultos jóvenes, es un día para salir, para pasar la noche en un bar hasta que el dueño dice que es hora de cerrar. Para Emilia, el sábado es el día de limpieza. Aunque muchas personas se sienten intimidadas por hacer esta tarea, es el día favorito de Emilia. Ella se levanta y abre todas las ventanas de su casa. Se recoge el pelo largo y gris en una coleta. Comienza el día tomando un café en el patio de su casa vieja, escuchando las canciones de los pájaros. El café es dulce y tibio. Cuando termina el café y el desayuno, pone su disco favorito de jazz en el tocadiscos y empieza a limpiar.
Ella empieza limpiando el salón. Pasa la aspiradora por la alfombra tejida en frente del sofá y le pasa la mopa al piso hecho de madera. Desempolva las fotos en las paredes, empezando con la foto de su familia de cuando era niña. Emilia, sus hermanos y sus padres estaban en el salón de la casa donde ella creció, sonriendo y posando con sus regalos de Navidad. Ella mira la foto de sus padres y sus hermanos, y de repente está en su casa familiar, jugando con una muñeca en el salón. Tiene seis años, y el problema más grave en su vida es decidir cuál vestido le va a poner a su muñeca hoy. Ella era muy afortunada. Creció en una casa llena de amor y alegría. Tenía un hermano mayor y una hermana menor, y ellos eran los mejores amigos. Sus padres tuvieron una historia de amor como la que se ve en las películas. Hoy, a la edad de 75 años, todavía recuerda el olor de la famosa sopa de su mamá y el sonido de su padre entrando a la casa después de trabajar, el click de sus llaves en la cerradura.
–¿Recuerdas la fiesta de Navidad en que nos conocimos? –le pregunta su marido, Arthur, sentado en el sillón.
–Sí, claro –dice Emilia.
Ellos se conocieron en una fiesta de Navidad cuando ella tenía seis años y él tenía siete. Era una fiesta de amigos de sus padres, y aparte de sus hermanos, no había muchos niños de su edad. Ella empezó jugando dominó con uno de los niños; se llamaba Arthur. Ese día se convirtieron en los mejores amigos. No fue hasta mucho después que se enamoraron.
Ella sonríe y sigue limpiando. Endereza su diploma de la universidad que está enmarcado en la pared. Emilia estudió biología en la universidad. A los 18 años, no sabía qué quería hacer en el futuro, pero estaba muy interesada en todas las cosas vivientes y cómo funcionaban. Sus cursos de biología eran muy difíciles, pero a ella le gustaba el reto. En el tercer año de su carrera, trabajó como tutora de biología y se dio cuenta de que le encantaba la enseñanza. Después de terminar su carrera, empezó trabajando como profesora de biología en la escuela secundaria del pequeño pueblo de su infancia.
–¿Recuerdas cuántas horas pasamos hablando por teléfono? –le pregunta Arthur, sonriendo.
–Sí, muchas.
Ella había ido a una universidad muy lejos de su familia y Arthur había ido a la universidad en el pueblo. Por eso, no vio a Arthur por mucho tiempo, pero hablaban por teléfono todos los días. Ella gastó la mayor parte del dinero que ganaba como tutora para hablar con él, que todavía era su mejor amigo.
Emilia termina de limpiar el salón y va a la cocina. La cocina siempre fue su parte favorita de la casa. A ella le encanta cocinar. Su mamá le enseñó a cocinar cuando ella era una niña, y desde entonces, siempre le ha gustado probar nuevas recetas y cocinar para su familia. Ella organiza los libros de recetas, frascos de especias y tazas de colores y diseños diferentes. Hace una pausa para mirar la foto enmarcada sobre la mesita de la cocina donde a veces desayunaba. Es una foto de Emilia y Arthur cuando tenían 24 y 25 años y fueron de vacaciones a Italia. En la foto, ellos están sentados en una mesa afuera de una cafetería, con tacitas de café en las manos y sonrisas grandes en sus caras.
–¿Recuerdas cuando te dije que te amaba? –le pregunta Arthur, sentado en la mesita.
–Sí, como si fuera ayer.
Siempre habían querido viajar, así que decidieron ir a Roma juntos. Ellos asistieron a una clase de cocina, hicieron una visita a los monumentos en la ciudad y visitaron museos de arte. El último día, durante la cena, Arthur le confesó que estaba enamorado de ella. Seis meses después se casaron. Celebraron una pequeña boda con sus familias y amigos en el patio trasero de la casa familiar de Emilia.
Ella va a su cuarto para limpiarlo, deteniéndose para desempolvar las fotos de sus niños en el corredor. Emilia tiene dos hijos y una hija. Actualmente, son adultos con sus propias vidas y sus propias familias, pero en estas fotos, todavía son niños. En una foto, los tres están jugando en la playa, chapoteando en el agua. En otra foto, Arthur está leyendo un libro, y ellos están sentados en el piso, escuchando atentamente. Los tres tienen los ojos azules brillantes de Arthur.
–¿Recuerdas el invierno cuando la casa se quedó sin electricidad durante un fin de semana? –le pregunta Arthur, apoyado en la pared y mirando las fotos.
–Sí –responde Emilia, riendo.
Cuando sus hijos eran adolescentes, hubo una tormenta de nieve y la casa perdió la electricidad. Emilia encendió velas, Arthur encendió la chimenea del salón y sus hijos buscaron mantas. Pasaron el fin de semana acurrucados alrededor de la chimenea, jugando cartas y contando historias de fantasmas y vampiros. Emilia se ríe pensando en su marido contando esas historias, usando voces ridículas para los personajes. Hoy en día, sus hijos les cuentan esas mismas historias a sus propios hijos.
Emilia entra en su cuarto. Limpia el tocador y el espejo, hace la cama y se sienta para organizar las cosas en la mesita de noche. Coge la pequeña tarjeta que ha estado en su mesita de noche durante los dos últimos años. Dentro de la tarjeta hay una foto de su marido, y en la parte de atrás dice Arthur Gómez, 1949-2023.
–Te echo de menos –Emilia le dice a Arthur, sentado en la cama.
–Igualmente, mi amor –responde él–. Igualmente.
El sábado no es el día favorito de Emilia porque le gusta limpiar. Es su favorito porque es el día cuando la visita Arthur, a través de las memorias enmarcadas en las paredes y las mesas.
Samantha Murphy es estudiante de las licenciaturas en Inglés y Español y de la concentración en Educación de Worcester State University. En el futuro, Samantha espera enseñar inglés en la escuela secundaria.